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DIETA
JAPONESA
Cómo
vivir muchos años
Comer bien para vivir más, y comer sano es equivalente a comer
bien. La cocina japonesa es experta en ambos temas. Los habitantes del
país del Sol Naciente llevan mucho tiempo disfrutando de una dieta
que asegura sabor, nutrición y un seguro de longevidad.
Antes de
la Revolución Meiji de 1868, cuando Japón abrió sus
puertas a países extranjeros, el pueblo japonés no comía
carne. Granos enteros como el mijo, el mijo de los arrozales (o pata de
gallo), el mijo común (o mijo mayor o borona), el mijo menor (o
panizo menor o gran setaria italiana), el sorgo y el trigo sarraceno (o
alforfón) se cultivaban en rotación con cebada y legumbres.
La gente comía principalmente esos granos enteros con miso (pasta
de soja fermentada con sal), pickles, vegetales, vegetales marinos y algunos
peces. Las hojas y tallos de esos mijos se utilizaban como alimento para
los animales, cuyos excrementos servían para fertilizar el campo
donde crecían los diversos tipos de mijo.
Sin embargo,
después de la Revolución Meiji, la dieta japonesa se occidentalizó.
Carne, huevos, leche, pan, arroz blanco y azúcar reemplazaron al
mijo, el cual prácticamente desapareció de la dieta japonesa
debido a la alteración de los hábitos alimenticios. Junto
con el cambio de dieta hay que considerar la creciente incidencia de enfermedades
humanas. El estudio de caso describe en detalle las ventajas nutricionales
y ecológicas de la dieta tradicional.
La cocina
japonesa tiene un sinfín de características. Destaca su
riqueza en matices y su profundo sabor exótico. Por estas razones
la expansión de este tipo de cocina es habitual hacia Europa y
Estados Unidos. Sabrosa, aromática, estética y con un punto
de exotismo, la dieta japonesa es un cúmulo de mezclas. Platos
crudos, cocidos, fritos y marinados. Se busca sobre todo una máxima:
los sabores de los platos deben respetar los del alimento.
El
secreto de la dieta
Según los expertos, la larga vida de los japoneses tiene un secreto:
su alimentación. La dieta nipona no pasa de las 2.300 calorías
diarias para los hombres y 1.950 para las mujeres. Estos números
hacen que la dieta japonesa se ajuste perfectamente al patrón ideal
de composición: un 12% de proteínas, un 25% de grasas y
un 63% de hidratos de carbono. Esto explica que la incidencia de las enfermedades
cardiovasculares y de cáncer sea muy baja.
Es importante
destacar que el tema de la alimentación es otro de los avances
de este país, uno de los más modernos del mundo. Japón,
tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, ha sabido sobreponerse a
su desgracia en todos los ámbitos de la vida.
Y desde
el punto de vista alimenticio no sólo ha progresado sino que es
el líder. Nada que ver con otros países, como los Estados
Unidos, que en términos alimenticios son la otra cara de la moneda.
Los norteamericanos ocupan el duodécimo puesto respecto a las expectativas
de vida.
Calidad
de vida
En muchos países la diferencia de clase social determina también
los desequilibrios en la salud de las personas, dependiendo de la clase
a que pertenezcan. Respecto a los sistemas sociales y económicos,
Japón ofrece menores índices de accidentes de tráfico
y laborales además de muertes violentas. También hay menos
pobreza y un índice de mortalidad infantil bajo.
Respecto
a la comida, la que se hace a diario en Japón es
más sana. Algunos expertos en genética sostienen que la
longevidad presente en los genes japoneses tiene que ver con el mantenimiento
de su cultura milenaria.
Ingredientes
y platos destacados
Las algas son parte importante de la dieta japonesa. Son ricas en minerales
y en calcio. El mijo contiene hierro, fósforo y vitamina A. El
tofú es una especie de cuajada o queso de soja. Destaca por su
riqueza en proteínas, hierro, calcio y vitamina B. Todo unido ofrece
como
resultado una dieta suficientemente rica en proteínas, abundante
en hidratos de carbono y con poca presencia de las grasas.
La utilización de nata, mantequilla o margarinas vegetales es una
mera anécdota en la cocina nipona. El aceite sólo se emplea
en pequeñas cantidades y para aliñar las verduras. Además
la gran cantidad de verduras que comen, solas o en guarnición,
aportan la fibra que necesita el organismo porque los japoneses no suelen
comer pan.
Platos
singulares
El sashimi es uno de los platos más emblemáticos de la cocina
japonesa. Es una preparación de pescado fresco que se degusta crudo;
se corta de diversas maneras y va acompañado por salsa de soja
y wasabis, una especie de berro.
El sabu
consiste en hervir vegetales y carne en agua hirviendo.
La tempura es una forma crujiente que se envuelve en una masa hecha con
huevo, vegetales y langostinos. Se dice que es un plato creado por los
Jesuitas en su labor de evangelización en Oriente.
Las salsas como la terwaki sirven para sazonar por igual pescados y carnes.
COMER
A LA JAPONESA
El japonés es, hoy por hoy, uno de los pueblos más longevos
del planeta y, sin duda alguna, su alimentación es un factor esencial
dentro de esa longevidad. Una cocina milenaria, rica en productos frescos
y que ha aprendido a usar las grasas en su justa medida, proporciona a
los japoneses una dieta muy equilibrada que no tiene nada que envidiar
a la mediterránea.
La cocina
de cada país es muchas veces consecuencia de su cultura y de sus
condiciones geográficas. En el caso de Japón nos encontramos
con una isla pequeña, muy montañosa y húmeda, con
diferencias grandes entre las cuatro estaciones del año. Todo esto
ha dado origen a una cocina regional en la que abundan los productos frescos
tanto de mar como de montaña.
La cocina
tradicional japonesa es conocida por ser sana y muy ligera. Los ingredientes
son tratados de forma muy sencilla, respetando al máximo el sabor
de cada uno y prestando especial importancia a que se trate siempre de
productos de cada estación, lo que asegura su frescura. Otro elemento
importante es la moderación en el uso de grasas y la predominancia
del pescado sobre la carne. Las mesas japonesas suelen consistir de numerosos
platos, con sabores muy contrastados y que se toman en dosis muy pequeñas.
Comer
de todo
La cocina tradicional japonesa procura que en cada comida haya alimentos
de todos los reinos: verduras de hoja, algas, raíces, troncos,
frutos, semillas, pescado, carne (en pequeñas cantidades). El arroz,
por supuesto, es el elemento imprescindible por excelencia.
De todas formas, preparar comida japonesa fuera de Japón puede
constituir toda una aventura. Y es que hay verduras propias del país
y otros ingredientes elaborados que son muy difíciles de encontrar
fuera de la isla nipona. Sin embargo, con un poco de imaginación
y una gran dosis de creatividad, pueden lograrse platos muy similares
a los originales.
Todos
a una
En Japón los platos no se presentan uno detrás de otro como
en occidente, sino que son servidos todos a la vez. Normalmente, un menú
japonés tiene un plato principal y otros dos más pequeños,
acompañados de sopa y arroz. Suele empezarse por la sopa, para
seguir después con las verduras, acompañadas de arroz, y
terminar con más sopa. Esto permite que el menú no sea aburrido,
porque se pueden combinar varios sabores muy distintos, y además
de una forma muy ligera.
Sin duda, las características de su cocina influyen notablemente
en que el japonés sea el pueblo con más esperanza de vida
y más personas centenarias del mundo. Por una parte, los alimentos
son cocidos en tiempos muy cortos, permitiendo que conserven todas sus
propiedades y su valor nutritivo.Además, esto les da una textura
crujiente, que ayuda a masticar y ensalivar y, por lo tanto, favorece
la digestión.
Equilibrar
la energía
Además, se usa un aliño muy moderado y hay pocos fritos,
lo que hacen la dieta mucho más ligera. Por último, tampoco
se usan productos lácteos, y lo más parecido es el tofú
fresco. Según la filosofía oriental, la cocina japonesa
moviliza la energía corporal por los diversos órganos del
cuerpo, y equilibra la energía corporal.
El arroz es el ingrediente imprescindible de la cocina japonesa, y la
base de muchos de sus platos. Tan importante es, que un dicho japonés
afirma que un buen cocinero es el que sabe hacer bien el arroz. Antiguamente,
un invitado podía saber si la comida de su anfitrión iba
a ser bueno o no con sólo probar el arroz.
Y es que aunque parece sencillo, cocer el arroz de la forma adecuada requiere
su técnica. Aunque hoy lo hacen usando aparatos eléctricos
que controlan exactamente el tiempo y la temperatura, hasta hace relativamente
poco se cocía muy cuidadosamente, respetando escrupulosamente el
tiempo de cocción y la cantidad de agua, y escuchando el sonido
que producía al hervir. Sólo cuando ese sonido era crujiente,
se consideraba que el arroz estaba en su punto.
VEGETALES
EN LA DIETA JAPONESA
Los menús japoneses cuentan con un gran equilibrio entre sus diferentes
platos. Toman muchos hidratos de carbono de absorción lenta, normalmente
en el arroz y la pasta. A estos hay que sumarles el pescado o la carne
con verduras y muy poca grasa.
Además son fundamentales los cereales (mijo o soja), las algas
y el tofu. En resumen, lo que contribuye a la longevidad nipona es el
gusto básico por la cocina del mar, por la soja y sus técnicas
y modos de cocina.
Los aportes nutritivos provenientes de los vegetales se denominan fitonutrientes.
Comprender su papel es importante. Los pigmentos naturales verde y rojo
intenso de la col, lechuga, tomates y fresas por ejemplo, han evolucionado
para favorecer la absorción de los rayos ultravioleta del sol.
De esta forma no resultan dañinos para el ser humano.
Los compuestos
aromáticos del ajo y cebolla protegen contra las infecciones virales
y bacterianas. Los vegetales han ido desarrollando cientos de miles de
substancias fitoprotectoras o fitonutrientes. Estas combaten infecciones
de hongos y bacterias. Al consumir estos alimentos vegetales se adquieren
"de segunda mano" varias de estas propiedades defensivas.
Una de las
diferencias fundamentales entre la dieta japonesa y la occidental estriba
en la cantidad de productos a base de soja existentes en la cocina nipona.
Con los estrógenos presentes en el tofu se explica que estos se
encuentren en la sangre de los japoneses en una medida superior en 50
veces a la del resto el mundo. Esto explicaría la diferencia de
incidencia de casos de cáncer de mama y próstata entre Oriente
y Occidente.
SECCIÓN
DE DIETAS
- RÉGIMEN FÁCIL
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