Sociología y Política |
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El pensamiento
social se convirtió en sociológico cuando el conde de
Saint-Simon reclamó la necesidad de buscar las leyes que mueven
la sociedad de los hombres al igual que la física se realizaba
como ciencia buscando las leyes del mundo natural.
Esta teoría, especialmente desarrollada en Estados Unidos, aspira a una explicación de las formas y los efectos sociales, resultado de la interacción entre los hombres o actores sociales, sin penetrar en el ámbito de las causas, para eludir lo que los propios funcio-nalistas definen como «filosofía social», para diferenciarse de los teóricos del conflicto.
Los seres
humanos, en sus relaciones sociales. Ya sea en el seno de los grupos
o en el de las instituciones desempeñan diversos papeles y
ocupan posiciones sociales distintas. La sociología ha elaborado
dos conceptos de gran importancia para el análisis teórico:
de rol y el status. A lo largo de su vida un ser humano desempeña numerosos roles, muchos de los cuales se superponen en un mismo momento o periodo de su exisistencia.Una mujer, por ejemplo, puede ejercer simultaneamente los roles de esposa, madre, ama de casa empleada de oficina, miembro activo de un club cultural recreativo y militante de un sindicato. Cada uno de estos roles los desarrollará según unos valores definidos por la cultura a la que pertenezca y que habrá adquirido a lo largo del periodo de socialización. No es lo mismo cumplir el rol de madre y ama de casa en el seno de una cultura urbana de una sociedad industrial avanzada, que en el contexto de una sociedad agraria tradicional dotada de escaso nivel tecnológico. La pertenencia a una u otra cultura marcará notables diferencias en la forma de educar a los hijos, que abarcarán desde concepciones pedagógicas harto distintas, hasta la existencia en las culturas urbanas de instituciones especializadas (jardines de infancia) desconocidas en las sociedades agrarias tradicionales. En general, a lo largo de su vida los individuos eligen, o se ven imperativamente adscritos a cumplir, unos determinados roles que sean compatibles entre sí. En caso de conflicto de roles, o sea cuando la armonización de los mismos es imposible o muy dificultosa, la personalidad del individuo puede quedar muy resentida, pudiendo desembocar en situaciones de neurosis o incluso de suicidio. Aunque el estudio de estos casos pertenece a la psicología, las explicaciones sociológicas pueden contribuir a la comprensión del fenómeno. En los periodos históricos de cambio social intenso, estos conflictos de roles son más acusados, como consecuencia del mayor índice de movilidad social existente. Lo mismo sucede en situaciones de conflicto social manifiesto. Por ejemplo, en épocas de guerra todos los jóvenes son obligados a asumir las armas y luchar en el frente, sin tener en cuenta sus convicciones religiosas, políticas e ideológicas. Imaginemos, simplemente, el dramático conflicto de roles en que podía hallarse inmerso un joven demócrata y liberal en la Alemania de 1939, obligado a cumplir su rol de soldado del ejército hitleriano. Por otra parte, ciertas normas culturales impiden que determinados roles sean desempeñados por la misma persona; así, por ejemplo, la iglesia católica prohíbe que los sacerdotes estén casados. Si el concepto del rol presenta unas connotaciones dinámicas (acción social de un individuo), el status reviste aspectos más estáticos de la conducta. Define la posición social que un individuo ocupa en el seno de la sociedad y especialmente de los grupos sociales en que desenvuelve su acción, incluyendo las expectativas de conducta que se esperan de él por el hecho de ostentar una determinada posición. Al igual que el rol, el status es también fruto de las normas culturales y de la estructura social y económica de la sociedad. El status de una persona vendrá siempre definido en relación con otros individuos y otorga una identificación social en donde entran en juego el prestigio, la dignidad, la categoría y el reconocimiento sociales. Un militar, una actriz y un profesor gozan de un determinado status social, independientemente de la personalidad de cada uno de ellos, y la sociedad espera unas determinadas conductas fijadas a priori, quizás en forma un tanto difusa y que pueden variar considerablemente según el tipo de cultura. Así, de un maestro se espera una determinada conducta: amor a los niños, humanidad, paciencia, dotes pedagógicas, etcétera. A su vez, el prestigio, y consecuentemente el status social, de un guerrero de una civilización del antiguo oriente presentará notables diferencias con el status de un militar profesional en una sociedad democrática occidental. Existen status adscritos determinados por la edad (por ejemplo, el status de anciano en una tribu patriarcal), sexo y por razones de nacimiento (status de la aristocracia hereditaria, especialmente en el antiguo régimen); pero la mayoría de status son adquiridos en la vida social: es necesario haber demostrado unas cualidades y conocimientos que la cultura y la sociedad exigen y haber obtenido un reconocimiento de los mismos, para acceder a un status determinado (médico, artista, político, etcétera). Rol y status son aspectos distintos de la misma moneda: los hombres desempeñan roles sociales y ocupan status. El ordenamiento jerárquico de roles y status con todas las connotaciones de poder, autoridad, riqueza, etc., proporciona una base de referencia importante para valorar una estructura social. Es evidente que, en cualquier tipo de sociedad, ciertas profesiones comportan un status que implica mayor reconocimiento social y, aunque sea en forma indirecta, mayor riqueza y poder. A medida que las sociedades se hacen más complejas y tecnificadas aparecen nuevos roles y status. Para la sociología, el análisis de estas categorías analíticas es imprescindible como base de sus objetivos científicos.
En las
últimas décadas ha tomado relieve el uso del concepto
de función social, ya utilizado en otras disciplinas científicas
como la psicología, la biología y la física.
A partir de su divulgación por Robert K. Merton, la sociología
ha empleado el término «función» en el sentido
de «consecuencias objetivas observables de los fenómenos
sociales». La
sociología
distingue entre funciones manifiestas y funciones latentes. Las primeras
son buscadas o queridas por los sujetos de la acción social;
las funciones latentes, en cambio, contribuyen al ajuste a la integración
del sistema, pero que no son reconocidas objetivamente deseadas por
los sujetos sociales.
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