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LA MECÁNICA DE SUELOS Y LAS CIMENTACIONES EN LAS CONSTRUCCIONES INDUSTRIALES
En
esta sección trataremos el suelo y el terreno como un elemento
básico que participa de las construcciones en general, y que desarrollaremos
especialmente aplicado a las Construcciones Industriales.
El suelo o terreno desde la selección de la implantación
de la Industria hasta como soporte del Edificio industrial juega un papel
determinante, bien como elemento estructural-soporte de lo que se le coloca
encima, bien como material aprovechable para terraplenes y/o rellenos,
bien incluso como material de construcción en diques, presas u
otras obras de tierras comunes en nuestras Obras Industriales.
Luego es menester analizar el suelo, según el uso y/o empleo que
del mismo
hagamos en nuestra Obra.
A)
Como lugar de Implantación de la Industria
El análisis de las características del suelo y/o terreno
como lugar de
implantación de un Complejos Industriales,y tiene como vertientes
principales las topográficas, edafológicas, geológicas
e hidrogeológicas.
B) Como elemento soporte de las cimentaciones
El análisis de las particularidades del suelo o terreno como elemento
soporte
de las diferentes tipos de cimentaciones de las Obras Industriales, es
un
estudio particularizado de su estructura y componentes físico-químicos
y el
comportamiento de estos ante las cimentaciones superficiales, profundas,
con cargas estáticas o dinámicas aplicadas sobre el mismo.
C)
Como elemento estructural
En toda obra de tierras y en especial en las de carácter industrial
se realizan
rellenos (terraplenes o pedraplenes); se hacen obras de sostenimiento
o
contención; se realizan excavaciones superficiales y subterráneas;
se crean
infraestructuras para las obras viales, propias o inducidas de la industria
y en
todas ellas el suelo o terreno juega un papel como elemento estructural.
D)
Como producto
Es una manera de ver el suelo o terreno como material de construcción.
De las Canteras de Prestamos o de las Canteras de Grava o Piedras nos
abastecemos de los materiales fundamentales para nuestras Obras. Minas
a cielo abiertas o subterráneas nos proporcionan de estos importantes
componentes de la construcción industrial.
E)
Como Acuífero
El suelo o terreno, es nuestra gran reserva de agua y en muchas ocasiones
le mantenemos como grandes reservas acuíferas subterráneas
o superficiales.
De todo ello se desprende que el suelo o terreno, no es sólo un
elemento portante o de soporte de las construcciones sino que participa
y aporta innumerables elementos aprovechables.
EL
SUELO COMO ELEMENTO PORTANTE DE LAS CIMENTACIONES
Las cargas que transmite la cimentación a las capas del terreno
causan tensiones y por tanto, deformaciones en la capa del terreno soporte.
Como en todos los materiales, la deformación depende de la tensión
y de las propiedades del terreno soporte. Estas deformaciones tienen lugar
siempre y su suma produce asientos de las superficies de contacto entre
la cimentación y el terreno.
La conducta del terreno bajo tensión está
afectada por su densidad y por las proporciones relativas de agua y aire
que llenan sus huecos. Estas propiedades varían con el tiempo y
dependen en cierto modo de otros muchos factores.
* Variación del volumen de huecos como consecuencia de la compactación
del
terreno.
* Variación del volumen de huecos como consecuencia del dezplazamiento
de
las partículas.
* Variación del volumen de huecos como consecuencia de la deformación
de
las partículas del terreno.
Los
cimientos constituyen los subsistemas de cualquier edificación
que
transmiten directamente las cargas de esta hacia el suelo o terreno; su
función es distribuir las cargas del edificio, dispersándolas
en el suelo adyacente,
de modo que éste y los materiales que los sostienen tengan suficiente
fuerza y rigidez para soportarlas sin sufrir deformaciones excesivas.
Debido a las interacciones de suelos y cimientos, las características
de los suelo o terrenos sobre los que se construye influyen de modo determinante
en la selección del tipo y tamaño de los cimientos usados;
estos últimos a su vez,
afectan significativamente el diseño de la superestructura, el
tiempo de construcción del edificio y, en consecuencia, los costos
de la obra.
Por tanto, para lograr una edificación segura y económica
es fundamental disponer de cierto conocimiento de la mecánica de
suelos y del diseño de cimentaciones.
El estudio de los suelos, sus propiedades, y comportamiento, desde el punto de vista de la ingeniería civil, es el campo de la Mecánica de Suelos. En el presente capítulo se estudia la aplicación de la mecánica de suelo al diseño y la construcción de cimentaciones para edificaciones industriales.
Propiedades
Físicas de los suelos o terrenos
Los geólogos definen los suelos o terrenos como rocas alteradas,
mientras que los ingenieros prefieren definirlos como el material que
sostiene o carga el edificio por su base.
Los materiales que están presentes en los suelos naturales se
clasifican en cuatro tipos:
- arenas y grava
- limos
- arcillas
- materia orgánica
Las arenas y grava son materiales granulares no plásticos.
Las arcillas, se componen de partículas mucho más pequeñas,
exhiben propiedades de plasticidad y son muy cohesivas.
Los limos son materiales intermedios en el tamaño de sus partículas
y se comportan, de modo típico, como materiales granulares, aunque
pueden ser algo plásticos.
La materia orgánica consta principalmente de desechos vegetales.
El origen de las capas de suelo o terreno (edafológicas) y la forma
como se
depositan, arroja mucha luz sobre su naturaleza y variabilidad en el campo.
Los suelos son de dos orígenes: residual y sedimentario.
Los suelos residuales se forman in situ por la intemperización
química de las rocas y, puesto que jamás han sido perturbados
físicamente, conservan las características geológicasmenores
del material rocoso de origen. (En el campo, la transición de roca
a suelo suele ser gradual.)
Los suelos
sedimentarios son transportados y depositados por la acción de
ríos, mares, glaciares y vientos. En general, el mecanismo de sedimentación
regula la granulometría (tamaño de las partículas),
sus variaciones, y la estratigrafía y uniformidad de las capas
edafológicas.
Para la completa identificación de un suelo o terreno el ingeniero
necesita saber lo siguiente:
- tamaño
- granulometría
- forma
- orientación
- composición química de las partículas
- las fracciones coloidales y sedimentables que contiene.
No obstante, las propiedades físicas del suelo pueden hacerse variar
considerablemente mediante la incorporación de pequeñas
cantidades de sustancias químicas la aplicación de métodos
electroquímicos.
Cuando las
propiedades superficiales de las partículas son importantes, las
formas de éstas adquieren por lo menos la misma importancia que
la granulometría. En condiciones normales, una característica
significativa es la ubicación relativa de las partículas
dentro del suelo, lo que determina la resistencia a los desplazamientos
internos y constituye, por lo
menos, una medida cualitativa de las fuerzas de resistencia a las fuerzas
cortantes y a la compresión.
Se han realizado muchos intentos de clasificación de los suelo
o terrenos con base en propiedades comunes e identificables. Sin embargo,
conforme se ha ido acumulando información acerca de las propiedades
de los suelos, los sistemas de clasificación se han tornado cada
vez más elaborados y complejos.
Una de las principales dificultades consiste en que se quieren utilizar
las mismas clasificaciones para distintos usos; por ejemplo, un sistema
utilizable para el diseño de carreteras ya no es tan útil
cuando el problema se relaciona básicamente con el diseño
de cimentaciones para edificios industriales.
Estados
de la materia que afectan el comportamiento de los suelos
Un
suelo o terreno cualquiera puede exhibir propiedades sólidas, viscosas,
plásticas o líquidas; por tanto, cuando es posible predecir
su verdadero estado físico, el diseño estructural de las
cimentaciones se realiza tomando en cuenta esa información.
En contraste, los sólidos son materiales que tienen densidad, elasticidad
y resistencia interna constantes, que se ven poco afectados por cambios
normales de temperatura, variaciones en la humedad o vibraciones de intensidad
inferior a los valores sísmicos.
La deformación por fuerzas cortantes ocurre a lo largo de dos conjuntos
de planos paralelos, cuyo ángulo es constante para cada material
e independiente de la naturaleza o intensidad de las fuerzas externas
que inducen a la deformación.
Estas propiedades
básicas de los sólidos sirven para el diseño de cimentaciones
sólo mientras los suelos siguen siendo sólidos. Pero si
los cambios en las condiciones modifican las estructuras del suelo, de
modo que éstas ya no se comportan como sólidos, dichas propiedades
se anulan y otro conjunto de reglas vienen a gobernar el nuevo estado
físico.
Casi todos los suelos se comportan como sólidos, aunque sólo
dentro de un cierto límite de carga, el cual depende de muchos
factores externos, como flujo de humedad, temperatura, vibraciones, edad
del suelo y, en algunos casos, velocidad de carga.
No existe
subdivisión evidente entre los estados líquidos, plásticos
y viscoso. Estos tres estados de la materia tienen la propiedad común
de que es muy difícil cambiar su volumen, aunque su forma cambia
continuamente. Su diferencia estriba en la cantidad de fuerzas necesarias
para comenzar su movimiento.
En el caso de los estados plástico y viscoso existe un valor mínimo
necesario, pero en el caso de los líquidos, fuerzas prácticamente
insignificantes ocasionan el movimiento.
Cuando la fuerza deja de ser aplicada, los materiales plásticos
dejan de moverse, pero los de tipo viscoso y líquidos siguen moviéndose
indefinidamente hasta que entran en juego fuerzas contrarrestantes.
En general, la división entre los estados sólido y plástico
depende del porcentaje de humedad del suelo.
Dicho porcentaje, sin embargo, no es una constante, sino que disminuye
al aumentar la presión a que está sometido el material.
Por tanto, en los suelos anegados, la posibilidad de evitar desplazamientos
o pérdidas de agua se traduce en la eliminación de problemas
por cambio de volumen o por asentamiento.
Humedad
del suelo
El agua suele estar presente en los suelos o terrenos en forma de una
delgada capa absorbida a la superficie de las partículas o como
líquido libre entre éstas.
Si el contenido de agua de un suelo está principalmente en forma
de capa, o humedad absorbida, entonces no se comporta como líquido.
Todos los sólidos tienden a absorber o condensar en su superficie
cualquier líquido (y gas) que
entra en contacto con ellos.
El tipo de
ión, o de elemento metálico, presente en la composición
química de un sólido, influye considerablemente en la cantidad
de agua que éste pueda absorber. Por tanto, los procedimientos
de intercambio iónico para la estabilización de los suelos
y el control de la percolación forman parte importante de la mecánica
de suelo.
Las capas delgadas de agua son más fuertes que el agua de poros.
En 1920, Terzaghi estableció que las películas de agua de
menos de 5.04 x 10-5 mm de espesor se comportan como semi-sólidos;
no hierven ni se congelan a temperaturas normales.
En consecuencia con lo anterior, los suelos o terrenos saturados se congelan con más facilidad que los suelos anegados, y los cristales de hielo crecen al tomar humedad libre de los poros. Luego un deshielo repentino libera grandes cantidades de agua, lo que suele tener drásticos resultados. Cuando los líquidos se evaporan, lo primero que hacen es formar capas, por lo que se requiere un considerable aumento térmico para efectuar el cambio de estado entre la película líquida y el vapor. Por consiguiente, el efecto de temperatura sobre el estado físico del suelo se explica en términos de la reducción del espesor de las capas de líquido al elevarse dicha temperatura.
La presencia de humedad en el suelo o terreno es fundamental para controlar la compactación. La mejor manera de efectuar la compactación de suelos, sea por medios artificiales o naturales, es bajo condiciones de humedad bastante definidas, ya que la redistribución de las partículas del suelo para que ocupen un menor volumen no es posible cuando se carece de suficiente humedad para cubrir cada gránulo. La película de agua hace las veces de lubricante, lo que facilita los movimientos relativos de las partículas, y su tensión capilar las sostiene en su sitio. Desde luego, si los granos son de menor diámetro se necesita más agua a fin de lograr mejor estabilización que en el caso de partículas más gruesas.
Resistencia
de los suelos a la presión
Ya desde antes de 1640, Galileo señaló la diferencia entre
sólidos, semi-líquidos y líquidos.
Este naturalista aseveraba que los semi-líquidos, a diferencia
de los líquidos
mantienen su forma cuando se les apila, y que, si se les hace un hueco
o cavidad en la superficie , la agitación hace que se rellene el
hueco, mientras que en los sólidos, la cavidad no se rellena. Esta
es una descripción muy burda de la propiedad llamada pendiente
natural de los materiales granulares, una propiedad muy fácil de
observar en arenas limpias y secas, aunque los suelo o terrenos con diversas
cantidades de arcilla y humedad tienen diferentes
pendientes. Es importante no confundir el ángulo de reposo natural
con el ángulo de fricción interna, aunque muchos autores
han seguido a Woltmann, quien, al traducir los escritos de Coulomb, cometió
ese error.
Fue Coulomb (1773) quien aplicó a los suelos las leyes fundamentales
de la fricción.
Él descubrió que la resistencia a lo largo de una superficie
de falla dentro de un suelo es función tanto de la carga por unidad
de área como de la superficie de contacto. Puede considerarse como
la primera contribución importante a la Mecánica
de Suelos.
La resistencia de los suelos a la deformación depende, sobre todo,
de su resistencia a la fuerza cortante. Esta resistencia equivale, a su
vez, a la suma de dos componentes:
Fricción y cohesión
La resistencia friccional surge de la irregularidad de los contactos entre
partículas y es proporcional a la fuerza perpendicular entre ellas.
La cohesión que es la resistencia máxima a la tensión
de un suelo, es resultado de las fuerzas de atracción que hay entre
gránulos en contacto íntimo y no depende de la presión
normal. Sin embargo es muy raro encontrar esta cohesión verdadera;
lo más común es que los suelos tengan cierta resistencia
friccional.